jueves, 17 de marzo de 2016

Dieta

-El problema contigo-, te dije de una, -es que estás adicto-. -¿A qué?-, respondiste con esos ojos tristones que ponías siempre después del sexo, cuando me acostaba encima tuyo. -A él, al sufrimiento, qué se yo-.

Minutos antes de esa pequeña conversación te había dicho que extrañaba tus besos. Me quitaste la mirada y me dijiste que a ti te hacía falta sentir que eras mi persona favorita. Eras, ahí está la clave.

Fuiste mi persona favorita desde que me diste esos besos que me gustaría repetir todos los días de mi vida. Te negaste a ver que podías ser algo más de lo que eras antes. Dijiste no a la posibilidad de explorar la compañía de manera diferente, sin paranoias ni incruentas búsquedas para saber que todo estaba bien.

-Adicto, a las cosas que te hacen daño-, parafraseé después de un silencio largo y diciente. -Es como si solo comieras carne o mantequilla, sabe deli pero hace mucho daño-. Otra pausa para organizar mis ideas. -Y yo fui tu dieta, te hice sentir bien comiendo frutas, fibra, balanceado, pero eso aburre, es demasiado bueno, tenías que volver a la mantequilla o el azúcar. No quiero ser más tu dieta, a mí ya no me sabes a nada-.


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