Hace unos días estaba en casa de mis padrinos y recordamos con carcajadas y buen vino la historia del parto que me trajo al mundo. Una historia curiosa que difícilmente se puede repetir. Hoy decidí escribirla. Algunos nombres los cambié, pero la historia es igual.
A las 6 ya habían llegado María Dionisia, Bethsabé y Alejandra, Gladys y Rafa los esperaban con guitarra, vino, aguardiente, chimenea y comida. La reunión no era casual, a mi tío y mi abuela les fascinaba recibir amigos en Suescún y reír, tomar trago y amanecer rememorando historias cómicas del pasado común.
La verdad es que esta vez era un pequeño homenaje a Dioni, que había dejado hace poco el cargo de directora de enfermeras de la Clínica Julio Sandoval Medina y en su reemplazo había llegado Bethsabé. Mi abuela, gran amiga de Dioni, decidió llevar a su reemplazo y a su antigua jefe a celebrar el merecido descanso. El 'Mono' había ido a recogerlas en el Renault 6 y había vuelto a Sogamoso con la promesa de volver la mañana siguiente con naranjas frescas, periódicos para los huéspedes y a recoger a las tres señoras.
A media noche el vino se había acabado, pero las reservas de Aguardiente Líder estaban prácticamente intactas. Dioni decidió empezar a tomar al estilo de otra de sus amigas y servía tragos dobles para mujeres sencillas. Escuchaban tangos, joropos y músicas brasileras de discos rayados de tanto uso. A veces cuando una canción les gustaba mucho o las hacía reír la repetían hasta que el sonido se distorsionaba. Rafa de vez en cuando ponía vallenatos para animar el ambiente y Bethsabé se salía de casillas porque le parecía una música tétrica.
Al otro lado del valle mi mamá se había despertado con dolores. Llamó a mi vovó (en portugués para diferenciarlas) y le pidió agua, una toalla y paciencia. Mi abuela rezó un padrenuestro, mi abuelo estaba ansioso para ver a su primer nieto varón nacer, los anteriores embarazos en la familia habían sido niñas. Media hora más tarde mi mamá rompió fuente. En aquella época mi familia vivía en un suburbio llamado Villa Blanca, que emulaba lo mejor de la vida gringa, grandes casas con amplios jardines. El problema era que llegar o salir era difícil. Pocas casas tenían teléfono y la nuestra no era una de esas.
La logística estaba planeada con antelación, a cualquier hora mi vovó podía pasar a la casa de Lucila de Arango a pedir el teléfono, marcar 706828 y esperar que transfirieran a mi abuela la llamada. Mi abuela en efecto saldría a recogerlas en el Renault 6 o en su defecto enviar al 'Mono'.
Efectivamente Lucila abrió en pijama, muerta de frío. Ofreció café a mi vovó mientras contestaban en Suescún. La música no dejada escuchar el teléfono, después de varios intentos alguien se percató que en efecto estaban llamando. Mi abuela no pensó quién podría ser y hasta pensó dejar sonando. Por fin contestó y y creyó que era una pega de mal gusto. Alguien hablando con angustia y en otro idioma que ella por unos segundos no pudo reconocer.
-Nice, ay mi Dios, sim oi- gritó por fin, y su mente se aclaró lo suficiente para entender que mi mamá estaba en trabajo de parto y que había que salir disparada para Sogamoso. Gran idea haber mandado al 'Mono' con el carro. Tuvieron que llamarlo con urgencia y mientras llegaba comieron algo para evitar el tufo y para recuperar los sentidos perdidos con el paso del tiempo y las copas.
El mono demoró una media hora. Para llegar a Villa Blanca había que atravesar completamente a Sogamoso entonces decidieron dejar a Bethsabé y Alejandra en la clínica para que bajo sus órdenes estuviera todo organizado para mi recibimiento. Sogamoso era un caos completo, era el último sábado de fiestas y había borrachos en todas partes, no pudieron llevar una ambulancia porque todas tenían que estar disponibles para cualquier problema en las verbenas o tomatas de la calle. Además el sistema de respuesta de emergencias estaba bajo tremenda presión porque días antes Pepe Cáceres había muerto en esa misma clínica y muchos medios habían comentado que el error había sido de las directivas de la Julio Sandoval. Mandaron a Dioni y mi abuela fueron a recoger a mi mamá y mi vovó. Así fue, cuando regresaron mi mamá no había dilatado suficiente, pero en la Clínica había todo un operativo esperándolas. Dioni se olvidó que ya no era jefe y empezó a dar órdenes a diestra y siniestra, mientras Bethsabé y Alejandra se tomaban un tinto y disimulaban con sus subalternos el estado de embriaguez total en el que estaban. Mi abuela gritaba, Dioni mandaba con nombre propio y mi vovó no entendía ni pito de lo que estaba pasando.
La madrugada no trajo bebé. En cambio, en la sala de espera las carcajadas habían vuelto, durante el embarazo mis papás habían decidido llamarme Thiago y mi tío decía que cuando yo naciera me iban a decir: Sandoval, tiago o no tiago. Morados de la risa, mientras mi mamá sufría porque yo no me decidía a salir. A las nueve me dio desespero y en menos de media hora estaba afuera. Era un bebe gordo, muy gordo y bastante morocho, todo lo contrario a lo que soy hoy, un flacuchento de piel color blanco teta intenso.
Q DIVERTIDA HISTORIA,CAUSANDO SENSACION DESDE EL NACIMIENTO,CONTINUA HACIENDOLO...NACER EN MEDIO DE BORRACHOS Y PARRANDA HASTA DE BUENA SUERTE SERA.
ResponderEliminarUN ABRAZO...SANDOVAL
JAIME ORTIZ
Gracias a tu post, averigué a qué horas nací. 1:30 am del 30 de abril... jajajaja no sabía y nunca me lo habia preguntado, besos
ResponderEliminarEsa media hora fue necesaria para probar al mundo que aún puede haber algo bello y bueno en él. Lindo, Ro.
ResponderEliminarClínica Julio Sandoval Medina, Fiestas, Suescún, Villa Blanca y sobretodo AGUARDIENTE LIDER... agh, esta historia me huele a hogar... :)
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ResponderEliminarNo podrías haber nacido de otra forma, la entrada triunfal a un mundo donde alrededor, para todos, era fiesta.
ResponderEliminarQué nacimiento tan particular, me gustó ésta parte "Era un bebe gordo, muy gordo y bastante morocho, todo lo contrario a lo que soy hoy, un flacuchento de piel color blanco teta intenso". Espero que sigas siendo el único varón, todo ese nacimiento merece un lugar único en tu hogar.
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