A qué dedicamos nuestros días, a cantar, a decir que nuestras manos se unían para palmear la alegría, para encontrar un estribillo que nos ilusionaba, a pasar mi lengua por tus piernas largas y delgadas, a escucharte hablar sin parar y a callar. Callar mis dolores, mis quejas, mis ganas, mis odios, mis vidas.
A qué dedicamos nuestros días, a recorrer tus caminos y a leer mis libros. A verte sonreír y a fingir que era feliz. Fingir porque era más fácil decirte que sí o decirme que sí a aceptar el no que se volvió un nudo difícil de desbaratar.
A qué dedicamos nuestros días, a ver el sol salir y ponerse, a ver las canas que te salían en varias partes del cuerpo. A pensar que era mejor no desesperar, que era mejor aprender a tolerarnos. A vernos en las mañanas con ganas de darnos puños y de acostarnos con las espaldas gritando improperios.
A qué dedicamos nuestros días, a odiarnos hasta que no pudimos más.
En medio de todas las cosas a las que dedico mi vida, siempre que te recuerdo, recuerdo que te amo y tu a mi y eso me hace feliz.
ResponderEliminarDedicar mis días a darte amor me hace feliz. Te amo Mariela.
Eliminar