martes, 19 de marzo de 2013

Yo te llamo


El problema no es Grindr, Manhunt, Gaydar o cualquiera de esas redes sexuales, perdón: sociales que existen ahora en las que mágicamente uno puede hablar con vergas, culos o abdómenes. El problema realmente es que el príncipe azul de cara divina que monta en un corcel blanco, cambió todos sus atavíos por una mochila, un jean roto, un look dejado y un transmilenio, ¡y así no nos los vendieron! Nos vendieron el amor como un constante romance con hojas otoñales cayendo de los árboles y ardillitas y mariposas revoloteando por todos lados, pero: ¡NO SEAMOS MARICAS!
Los románticos empedernidos fueron criados por papás Disney, en casas Disney, en colegios Disney, con amigos Disney, etc. En definitiva, tienen esa “estupidez romanticona” que los hace susceptibles a los malos hombres y también los hace propensos a convertirse en los amantes de hombres casados y con hijos, en los novios cachoneados y en los novios sumisos (no sé qué es peor), o también en los que se meten en las tan de moda “relaciones abiertas” en donde el único abierto es el otro.
Aquellos personajes son esos que cuentan los minutos y segundos que tarda en llamar el otro, leen el horóscopo y se emocionan cuando ven ahí la frase: “alma gemela”, se imaginan entrando a un juzgado con ese gato que lo acaba de sacar a bailar en Theatrón y luego de eso inventan películas de celos, amor, deseo y pasión simplemente con una mirada.
Es por eso que antes de enredarse con uno de estos personajes, se hace necesario aprender a reconocerlos (y si ya falló con ese primer paso), aprender a atacar los puntos débiles para salir invicto. Y es muy sencillo, simplemente abra su mesita de noche y ármese de todas aquellas frases de cajón y los tendrá comiendo de su mano (o en otras partes de su anatomía más interesantes).
La frase de cajón más efectiva para continuar con el romántico empedernido sin comprometerse demasiado es: "tranquilo que yo no soy de los que se desaparecen". También es importante hablar todo el tiempo de planes a futuro como “Tenemos que ir a tal restaurante”, “un día de estos vamos a cine” o el ya clásico "yo te llamo".
Los románticos que nos llevan a un coma diabético necesitan creer que son la media naranja, que son los elegidos, por eso es recomendable apelar a frases como: “eres el mejor polvo que he tenido”, o “no te pongas a dieta…me encanta ese gordito que tienes”. Pero definitivamente el campeón de todos es el “Nunca antes había sentido esto tan fuerte por alguien”; pero es de vital importancia que en éste último caso nunca le vaya a especificar al personaje qué es lo que exactamente siente por él ya que si usted empieza a hablarle de amor y de romance, él va a entrar en una zona conocida y usted va a ser lentamente enmelocotado y de ahí no va a poder escapar de forma honorable.
Al final los románticos patológicos siempre terminan cayendo con las mentiras más obvias y quedándose. El problema de esas frases de cajón, es que no sirven para enamorar a personas inteligentes y mucho menos llevan a relaciones enriquecedoras para ambos.
Ahora los dejo porque mi príncipe azul quedó de llamarme y lleva 6 minutos con 34 segundos y no lo ha hecho… ¿ustedes creen que mi bebé anda con otro?
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Gracias a Gabriel por esta historia. 

1 comentario:

  1. Me encontré el fin de semana con un personaje que extrañamente mutó y se convirtió en uno de esos terribles seres y recordé mucho esta historia.

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