Había empezado con una folia que hablaba de la Estrella de Oriente, pasó al pelo de terciopelo que enmarañaba la razón y servía de colchón, después le tocó un androide homosexual y un jovencito que se quejaba de las gafas, terminó con una ofegante epidemia que se contagiaba en cada paralelepípedo de la ciudad. Curiosa combinación.
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