lunes, 12 de marzo de 2012

Vacío

No hay nada que no afecte al cuerpo. Incluso el vacío afecta al cuerpo: lo hace pesado,
desproporcionado, incompatible con los otros cuerpos. Y el vacío sólo se siente en la
presencia de otros cuerpos, de cuerpos que hablan, de cuerpos que ríen, de cuerpos que
pasan, de cuerpos que se quedan, de cuerpos que incomodan. Y el vacío se siente en el
propio cuerpo, no fuera de él. Por fuera del cuerpo hay exceso de otros cuerpos.

Sentir que hay palabras que necesitan –que desean– ser pronunciadas, pero no pueden
salir porque ya hay muchas palabras en el aire. Sentir que las palabras se quedan atrapadas
en la garganta y no permiten respirar. Sentir que la compañía hastía y que la risa amarga.
Eso es el vacío. Y ahí, en ese momento, el deseo se transforma y las palabras ya no son
las mismas. Es más, ya no son palabras, ya no hay necesidad hablar, hay deseo de gritar.
Pero en el vacío no puede haber ruido, así que los gritos no son oídos. Sería tan agradable
hacerlo. Un solo grito que le dé espacio a las palabras, que permita respirar de nuevo.

Cuando lo que aportan los otros cuerpos, ya sean ideas, palabras, sonrisas, lágrimas, afecto
o compañía, no es suficiente para sentir que hay un mundo compartido, en ese momento
hay vacío. También cuando la identidad, siempre parcial, siempre cambiante, construida en
un mundo que antes fue compartido, ya no es la propia, hay vacío. En este caso no se desea
gritar, sino caminar en busca de otro espacio.

El vacío es rechazo y necesidad: rechazo a lo mismo, a la costumbre, a la negación de
la experiencia, y necesidad de un mundo compartido. Pero también es deseo: deseo de
la ausencia de vacío, deseo de cuerpos que no incomoden, deseo del cuerpo de sentirse
profundo, lleno y ligero. Por eso es que el vacío sólo se aleja cuando el deseo se satisface;
pero como el deseo nunca se satisface completamente, el vacío vuelve a emerger en
cualquier momento y el cuerpo vuelve a sentir rechazo a lo mismo y necesidad y deseo
de algo nuevo. Esto sólo quiere decir que no hay que rechazar al vacío; hay que sentirlo,
leerlo, interpretarlo y si se permite la expresión, superarlo.

Al final, tal vez no es vacío la palabra apropiada.
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Mi vida está rodeada de mujeres. Sólo dos tienen un espacio tan grande y tan importante en mi corazón, una de ellas es Marya. Te quiero bebé

1 comentario:

  1. Disfruté leyendo un texto tan logrado acerca del VACIO. Lo encontré honesto, nutritivo, reflexivo, bien escrito, inteligente, grato, útil, así que tal vez no le cuadre la palabra de que trata el tema. Te invito a dejar una crítica en cualquier artículo de tu interés en mi blog, para mejorarlo a mi vez. Un abrazo desde Caracas. Gustavo http://lobigus.blogspot.com/

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