lunes, 19 de marzo de 2012

La ciclovía

Las ciudades son en general espacios de exclusión, los pobres viven en un lado, los ricos en otro y casi todos los espacios de socialización ciudadana están radicalmente separados. Claro, uno puede pensar que lugares que han universalizado la educación pública no sufren la segregación, entonces uno entra al comedor de un colegio o una universidad y las diferencias económicas entre las mesas son impresionantes.

En otras ciudades, la playa es el lugar donde comulgan ricos y pobres. Es un lugar para todos, cada quien puede vivir el litoral a su modo. La pregunta en una ciudad como Bogotá ¿Cuál es el espacio para todos? En un documental danés decía Enrique Peñalosa que su sueño era que las bibliotecas públicas fueran el lugar de encuentro de los bogotanos, bonito deseo del ex alcalde sin embargo, el sistema de bibliotecas reproduce los mismos espacios de exclusión, los ricos no conocen El Tunal o El Tintal y los pobres difícilmente van a una mega producción en la Julio Mario Santodomingo.

Bogotá está lejos del mar y en el tiempo tendrán que pasar varias décadas para que tengamos educación pública gratuita para todos los estratos sociales. Muchas veces he pensado que la verdadera vocación democrática de Bogotá está en la ciclovía. Hoy fui y me convencí. Vivo en un barrio de una clase media con privilegios y la única posibilidad de ciclovía es una vía que atraviesa el barrio. Sorpresivamente había gente de todos los estratos, de todas las edades y todas las formas. Me gustó ver que no sólo en la séptima la ciudad se encuentra para disfrutar del fin de semana.

La ciclovía surgió como una idea de Augusto Ramírez Ocampo para hacer de Bogotá un lugar donde todos pudieran disfrutar el reducido espacio público de una ciudad que en los 70 y los 80 no quiso construir ni parques, ni alamedas, ni plazoletas; la idea, cerrar las calles para que los domingos peatones y ciclistas se tomaran la ciudad perduró en el tiempo. En los 90 durante la recuperación administrativa de Bogotá Antanas Mockus tomó la decisión de potenciar la ciclovía, nombró un gerente para el proyecto y duplicó el número de kilómetros usados para el disfrute público de la ciudad, además de revitalizar los espacios por donde pasa.

La ciclovía no ha sido fácil de mantener, en los últimos años perdimos la Avenida El Dorado para el descanso dominical y algunos políticos querían que nuestro horario habitual de 7am a 2pm fuera reducido hasta las 12 del día. El gran logro de la ciclovía es que es de todos, no está conectada con un ideario político y no hay alguien con el suficiente capital social para acabarla. La ciclovía es de todos los bogotanos, así como debe ser.

2 comentarios:

  1. Estupendo reportaje de un aspecto particular e importante de Bogotá, una ciudad que siempre he deseado conocer y algún día visitaré con la emoción de una alegría largo tiempo esperada. Te felicito por tu capacidad de transmitir información fáctica con tanta sensibilidad social y una prosa tan amena, amigo Rodrigo. Gustavo (alias LOBIGUS)

    ResponderEliminar