viernes, 16 de marzo de 2012

Caíste

No lo dejé pagar el café, qué iría a pensar de mí. Nos sentamos y reímos del caos que nos rodeaba, del señor que mandaba fotos de sí mismo por chat para que lo reconocieran, de la pareja de maricas que se tocaban, del ex del ex. El café se demoró y la luz del sol se apagó. ¿Una cerveza? Bueno, que sean dos. Caminamos, hablamos de historias del colegio, de presentaciones, de política, de tus viajes. Te invité a un sitio oscuro, que tiene la música en un volumen alto que permite complicidad entre las conversaciones y a la vez es lo suficientemente bajo para que uno no tenga que matarse para escuchar. Nos sentamos pedimos lo mismo y hablamos de mil vainas.

Me insinuaste que si te trataba de dar un beso, salías corriendo. Me tomé dos cervezas, tú apenas una, pusieron otras dos en la mesa; la dinámica corporal cambió, estábamos frente a frente y decidí lanzarme y darte un beso, supuse que me ibas a correr la cara. Un primer intento, sonreíste, y no la quitaste. Segundo intento, mis labios te rozaron y me mordiste. Caíste.

¿Pagó el café? ¿Qué putas hace pagando el café? Me senté y lo esperé una eternidad, alto, blanco, con canas. Se sentó y me robó las preguntas, me tocó hablar a mí. Tomamos fotos del caos a nuestro alrededor y cuando se acabó el día y el café, el caos seguía. Me propuso una cerveza ¡Vamos!, exclamé. Entramos a un sitio clandestino, con una entrada oscura y lúgubre. Acogedor, con la típica música pop. Preguntó por lo que quería y me secundó en mi idea de una cerveza roja.

Le dejé claro que oscuridad no era sinónimo de besos. No había terminado la primera cerveza y este tipo ya se había empacado dos. ¿A dónde irán? ¿Vomitará? Me cogió la mano, me hizo preguntas raras, se sentó de lado para enfrentarme, me hizo embutir otra cerveza. En un momento sentí que me iba a dar un beso. De pronto se quedó mirándome, acercó su cara y yo me reí, me acordé de la regla de esa estúpida película en la que si uno hace el 90% el otro tiene que hacer el 10% y preferí dejar así. La segunda embestida no esperó respuesta, me puso los labios encima y ya entrados en gastos, lo mordí mientras pensaba: caíste.

4 comentarios:

  1. La historia es buena, sin embargo me queda la inquietud si el cambio en el primer párrafo, cuando el relato pasa de primera a segunda persona, y luego otra vez mas adelante, es un recurso narrativo no muy bien logrado, o una simple desatención.

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    1. El primer párrafo pasa de primera a segunda persona varias veces.

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