domingo, 19 de febrero de 2012

Ahora sí

Había sol, quién lo iba a pensar después de esa fría mañana de enero. Al lado derecho un parqueadero, al izquierdo la construcción de un edificio. Las hojas de varios urapanes se escurrían con la leve brisa de la tarde. Iba caminando cuando te vi, no era así que se suponía que ibas a aparecer en mi vida, te había pensado para un lugar más cómodo, con más gente, diferente.

Ahora sí, estabas de espalda con camisa roja de cuadros y unos pantalones ajustados, en la mano una chaqueta negra. Volteaste y yo estaba sonriendo. Me saludaste y te quejaste que algo te había picado en el ojo. Alto, casi tanto como yo, moreno, con el color del deseo. Corrimos para atravesar la 13 y en pocos pasos sentí tu olor, medí tus pasos, recorrí tu cuerpo y descubrí piernas fuertes, pectorales marcados, brazos enclenques y una sonrisa picaresca.

La séptima estaba convertida en ese esperpento de polisombras y frente al museo decía "Las obras están adentro". Ahora sí, ahí estaba el Panóptico, bello, imponente, viviendo su mejor presente. Hablamos de los jugos de Wok y entramos por la 29. En el café estaban varios amigos, los papás de la horrible y un par de turistas. Pediste un granizado y yo una bebida energética, todo indicaba que la noche sería larga y provechosa.

Ahora sí, entramos a la sala justo a tiempo y nos sentamos atrás. Llegó otro amigo y ahí nos quedamos, de vez en cuando tus labios rozaban mis oídos para comentar lo bonito de un arreglo o para tratar de descubrir el nombre de ese raro instrumento que tanto nos gustó. En la oscuridad pude detallar los rasgos de tu cara y la delicadeza de tu piel, esa que tanto contrastaba con las piedras rugosas del auditorio.

Ahora sí, el concierto acabó y me dejó con esa extraña sensación de algo que se disfruta mucho pero no está completo. Será que me hizo falta coraje para robarte un beso o inteligencia para distraerte. Hablamos con otros, reímos de antiguos amores y volvimos a la séptima a andar en bus.

Ahora sí, el plan original, ver una película y comer algo. Entramos a Lina's pediste un sánduche sin aderezos y yo me embutí una pasta. Ahora sí, era la hora de las preguntas de rigor. Cuántos años tienes, a qué te dedicas, quiénes son tus amigos y qué hace tu familia. Cuando nos dimos cuenta, estábamos retrasados para comprar las boletas, sugeriste usar el celular para reservar y en pocos minutos teníamos aseguradas nuestras entradas para una película tarde.

Mientras esperamos fuimos a comer postre. Mostré lo que me gusta comer, y comer mucho. Nos encontramos con gente conocida, nos acercamos, ahora sí el lenguaje corporal empezó a hablar el idioma sutil de los besos, de los abrazos, de las caricias. No, no nos tocamos pero los cuerpo se empezaron a llamar.

Entramos a la sala de cine, dejamos el separador de sillas arriba, buena señal. Empezó la película, nos rozamos los dedos. Cuando menos lo imaginé estaba tu cabeza sobre mi hombro. Un comentario vino, un comentario fue, las miradas se evitaron dos veces. La tercera vez que nos vimos acerqué mi boca a la tuya y apenas toqué tus labios. Ahora sí, era el momento. Sentí que me empujaban, sentí que me halaban un labio, metiste la lengua en mi boca. Mi mano izquierda se estiró y sentí la piel de tu cara, me encantó.

El beso acabó repentinamente, -ahora sí, veamos la película-, me dijiste.


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Ahora sí, si no quiere leer puede escuchar la narración del cuento

5 comentarios:

  1. Amo tu forma de describir las cosas, y mas yo que soy bastante gráfico

    ¡Un abrazo!

    @alvaroandres21

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  2. Me gusta pero siento que a la narración le falta pasión, tal vez porque mientras leía me imaginaba yo en la situación y luego, cuando oí la voz, fue como salirme de mi fantasía.

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  3. Tienes la opción de escucharme o de leer la entrada

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  4. Genial, me fascina tu narracion y el final es literalmente de pelicula. Un abrazo de tu lectura!

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  5. Woow, me gusta como escribes... Me imaginé dentro de la narración :)

    @alv4

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