jueves, 5 de mayo de 2011

Te quiero y punto.

Juan se había quedado viendo a un papá de unos 32 años que cargaba con soltura a su hija. Fernando había percibido la mirada lasciva de su acompañante y cuando volvieron a verse dijo -tendré que cargar a mi sobrina con más frecuencia-. Los dos se rieron y Juan intentó un beso que fue rechazado con cortesía. Estaban comiendo papas fritas el plan que más veces habían repetido en las múltiples ocasiones que se habían encontrado.

A Fernando le gustaba montar a caballo y comprar libracos en las viejas bibliotecas de usados que pululan en la calle 45. A Juan no le gustaba caminar y odiaba que lo apuraran. A Fernando lo habían educado para pensar todo dos veces, a Juan le habían dicho que era mejor creer en el poder supremo de dios. Ambos se atacaban de la risa de sus propias pendejadas, reírse de uno mismo es la mejor terapia, repetían con frescura.

Juan se disculpó por haber perdido el hilo de la conversación. -¿En qué íbamos?-, -En que quieres tener un sugar daddy-. -Pendejo, qué me decías-. Una pausa para verse a los ojos sonreír con picardía, -que te quiero-. -Ya sabía-. -Creo que a este paso todos lo saben, ¿no?-. -No-. Otra pausa para verse. Fernando descubrió una peca nueva en la frente de Juan y Juan se quedó pensando en qué sería ser papá.

Fernando tenía en su bolsillo un labial y un pedazo de papel, hacía un año habían compartido juntos por primera vez un gusto en común y quería repetirlo. Juan que también se había acordado de esa accidentada primera cita tenía un CD en su maleta. -Podría apostar a que estás pensando en que quieres ser papá-. -A veces me das miedo, sigo creyendo que eres un extraterrestre que quiere dominar mi mente y entender cómo funcionamos los humanos para después gobernar el planeta-. -Tan pendejo, tú ves muchas películas de Disney, eso te afecta-. -Tú estabas pensando que yo quiero ser papá para que puedas dejar de querer ser el mío-. -¿Tú de verdad crees que quiero ser tu papá, dios me libre, voy a orinar-. -Atina-.

Apenas pasó la puerta del baño desenfundó el colorete rojo y frente al espejo se aplicó una buena cantidad, hasta que sus labios quedaron completamente rojos. Sacó la cartulina blanca que se había arrugado ligeramente y la besó. Se sintió la persona más ridícula del mundo. Dejó un buen espacio en blanco para escribir con ese mismo rojo "Te quiero y punto". En la mesa Juan esperaba la larga meada de su amado. Aprovechó para sacar el CD de la maleta, revisar por enésima vez que las palabras estuvieran escritas correctamente, habría jurado que cada vez que leía "a los cuatro angelitos les dije 'I don't miss you anymorrre'" había algo que no cuadraba o que de pronto Fernando no se iba a acordar. Decidió dejarlo en el puesto de Fernando porque sabía que su novio nunca revisaba el puesto donde se iba a sentar.

Fernando tenía claro que para Juan ese no era un día importante, al fin y al cabo le habían puesto otra fecha a su relación. Salió del baño, buscó una servilleta en el mesón detrás de la silla en la que estaba sentado, insertó la tarjeta ahí y se la dio a Juan diciendo -toma, límpiate-. Se sentó y esperó a que Juan sintiera el papel más duro y encontrara la tarjeta. Efectivamente se sentó sobre la caja del CD y sintió el crack del plástico cuando se quiebra. Se levantó de un empujón y descubrió Niña Pez. Sonrieron. Levantó el doblez de la servilleta para que Juan viera la tarjeta. Sonrieron.

Juan leyó las palabras de su novio y le brincó el corazón. Fernando cogió el CD, se disculpó por haber roto la capa y descubrió las palabras casi ocultas en la capa negra. Sonrió con picardía a los ojos de su novio. -Estos son los detalles que me encantan de ti-. -Te quiero y punto-.

2 comentarios:

  1. dulce momento, bonito estilo, gracias por compartirlo, es bonito leer algo más que noticias en una soleada mañana bogotana.

    ResponderEliminar
  2. Viendo este cuento me remite a momentos que quizas quisiera vivir de esta maner por eso digo que tu blog es una manera de conjugar sentimientos de la gente ,en este caso este cuento me distrae de leer lo que siempre leo

    sigue escribiendo asi de chevere rodrigo
    un abrazo

    ResponderEliminar