lunes, 23 de marzo de 2015

Te amo, siempre.

Bogotá, marzo de 2015

Me senté en la silla de mi cuarto y me puse a pensar en ti. Los aviones estaban pasando bajitos, con una ruta de entrada poco usual que recorría la ciudad de oriente a occidente por el eje de la calle 26, como cuando uno va al aeropuerto. De repente, el cielo se empezó a oscurecer, venía del norte una lluvia torrencial, como me gusta ver cuando la ciudad se empieza a mojar. Al fondo, se empezaron a ver rayos, como esa primera vez que te senté en mi cama a darte besos.

Besos que te di con esa comodidad única, que solo se siente con pocos, que me hacía poder pasar noches enteras abrazado a ti, sin que se me durmieran los brazos o se me cansaran las piernas. A tu lado nunca sentí afán de levantarme temprano para ir a lavarme los dientes para que te despertaras con aliento fresco, no, éramos así humanos. 

¿Te extraño? ¡Claro! Todos los días que te sé lejos me hace falta escuchar tus carcajadas y verte comer con buenos modales, como un niño bueno; me gustaría llamarte y decirte groserías para que respondieras con tu tradicional "deja de ser gonorrea, ¡¿quieres?!". Ay, sí soy un cursi, no tenerte aquí me hace mal.

El otro día me desperté con un sueño raro, ¿sabes? Me sentía dentro del tango ese y a la orilla del río, no tengo idea cuál, te gritaba ¿Dónde estás, dónde estás? Como era de rico bailar tango contigo, llegar a la casa después de la ciclovía y ese extraño ritual de ponerte a bailar conmigo para meternos a la ducha. 

En tu última carta pude sentir tu olor, un nudo estiró la espalda de la comisura de las nalgas a la nuca. Eso no lo logra ninguna sesión de skype. Espero que cuando abras este sobre todavía puedas olerme a mí y sentirme así, a lo lejos. 

Te amo, siempre.


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Panamá, marzo de 2015

Impresionante que estemos tan cerca y las cartas se demoren 15 días en llegar, te juro que si nadara desde aquí hasta Bogotá no me gastaría tanto tiempo. Rayos, rayos los que tenemos que ver aquí, no te imaginas este istmo lo que se ilumina, se ven las tormentas del Pacífico que es loco y del Caribe que parece tan bonito, ¿no? 

También te extraño, también las cartas me huelen a ti. Eres tal vez la única persona en el mundo que escribe cartas, ¿lo sabes? Eres la única persona que abre y cierra exclamaciones y preguntas. Eres muy raro, me siento raro sin ti. 

A mí en las noches de mucho calor aquí me acuerdo del tu impresionante capacidad para sudar a 3 grados, me pregunto si aquí podríamos dormir acompañados y estar igual de cómodos, es que cuando le da por ser húmedo, no hay aire acondicionado ni ducha que valga. Tampoco creo que aquí seríamos capaces de salir a la calle a caminar por horas como te gusta, te juro que es imposible.

Lee Ilona y piénsame, para eso te la dejé. 

Te amo, siempre.

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Bogotá, marzo de 2015

Estaba escuchando "y entonces está todo decidido, es solo sexo y amistad", como empezamos tú y yo, encima de un muro sentados dándonos besos sin saber bien ni cómo nos llamábamos. Me haces falta, de pronto cuando esta carta llegue ya hayas llegado a Bogotá, podría dejarla aquí y dártela en un abrazo pero prefiero que la abras apenas vuelvas y te sonrías. 

Te amo, siempre.


Para leer este cuento, recomiendo esta canción

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