jueves, 15 de enero de 2015

No te lloraron mis ojos, no se desesperó mi corazón, apenas se resintió mi piel. Me fui a ver nuevas vidas, me quise despedir de ti pero no me nacieron las palabras. Nos despidieron los besos sin ganas, las caricias sin sudor, los jadeos inconstantes, los gemidos inexistentes.

No es cierto, no te dejé por otro; tampoco te dejé porque yo no estuviera en paz conmigo mismo, soy mi relación más larga; mis amigos no te alejaron, me acercaron, no les eches la culpa. No, no eres tú, es que ya no sentía que en algún lado hubiera algo que pudiéramos llamar nosotros.

Tampoco, no digas eso, claro que quise estar contigo, miles de veces, te desee con fuerza, esa que alienta los olores en la mañana y atormenta los sueños justo antes de dormir. Quise tenerte, abrazarte, olerte, en muchos buses, rincones, parques, en mi cama, en la tuya, en mi lado, en tu lado. Lo que pasa es que mi cuerpo se cansó de ti.

Que no hombre, todas las canciones que me hacían pensar en ti todavía están ahí, puedes seguirlas cantando, puedes volver a escucharlas y recordar la tarde, o la mañana, o la llamada, o la ducha en las que te las canté. Ahora tengo otro set, por si quieres, una lista igual de deforme y rara. Más larga y compleja. Tú dirás.

En verdad, te estás es poniendo cansón. Una y mil veces no. No quiero tus besos, no quiero tus palabras, no quiero tener que pensar en disculpas.

No, no te voy a llevar a Millos, ni más faltaba.

Secas un papayo definitivamente. No, no te quiero enseñar nada, no te quiero mostrar las cartas que he escrito y reescrito. No te voy a leer para dormirte ¿Cuántos años tienes?

¡Que desespero! Que no.

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Tenía ganas de escribir algo así y esta canción me hizo poner las palabras en el papel que tanto tiempo se habían atorado en mi cabeza.

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