Pocos entornos son más machistas
que el fútbol, ser goleador y diestro con el balón es la más simple forma de
demostrar la virilidad para cientos de niños. Hace pocos días conocimos que el
matoneo acabó con la vida de un joven homosexual, a Sergio Urrego las
directivas de su colegio lo acosaron tanto que decidió que era más fácil
descansar. En esta semana, tuvimos que ver cómo las redes sociales se invadían
de mensajes en contra de Gerónimo Ángel por tener una expresión de género poco
común: aceptó en televisión que le gusta cantar y bailar, actividades a las que
ha dedicado buena parte de su vida.
La historia de Gerónimo Ángel es
la de cientos de artistas que son tachados de “maricas” o “locas” porque prefieren
dedicarse a las actividades que nuestra sociedad ha preferido para las mujeres.
Su caso habría sido uno más pero salió en televisión y resultó ser el hijo de
un famoso jugador, vaya ironía, de fútbol.
En un video transmitido en prime-time Gerónimo reconoció que le
debía todo al fútbol y que para él habría sido más fácil brillar en las
canchas, tenía todos los contactos y el mejor entrenador posible. Sin embargo,
él decidió que quería ser cantante y bailarín, su padre en lugar de “intentar
corregirlo” le dio todo su apoyo y, nuevamente, en televisión nacional
reconoció que lo más importante era garantizar la felicidad de Gerónimo.
El ejemplo de Juan Pablo Ángel
tiene un valor simbólico altísimo, él paisa y futbolista, demostró que no hay
que jugar fútbol para estar bien, que no había que emular sus pasos, que valía
más el libre desarrollo de su hijo. Ángel ganó el partido más importante de su
vida, el que debió enfrentarlo a los estereotipos y las presiones sociales.
Y entonces debió enfrentarse a
una cantidad de personas, encabezadas por el periodista Adolfo Zableh, que
pretendieron desprestigiar las decisiones de su hijo y el apoyo de la familia.
Leer que la presentación de Gerónimo no era juzgada por su capacidad para
cantar sino por su supuesta homosexual, como si ser gay fuera un motivo para
recibir críticas.
Aplausos y aplomo para Juan Pablo
Ángel, ese ejemplo que le dio a miles de papás televidentes es más valioso que
las críticas de aquellos que creen que hay unos comportamientos normales para
niños y otros para las niñas.
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