Muchas veces he escrito aquí que me gustaría gobernar Bogotá. No es un capricho, esta ciudad tiene muchos problemas y creo que una dosis de innovación, renovación y conocimiento puede hacerle bien a nuestra capital. Soy, también, un convencido de que el poder público es el único que puede transformar la vida de muchas personas; si el trabajo se hace bien, es posible que se cambie la vida de todos y si se hace muy bien se puede cambiar positivamente la vida de la mayoría sin desconocer los derechos y las necesidades de las minorías.
La gente que vive en Bogotá tiene en su cabeza tres problemas fundamentales que parecen terminar imponiendo las decisiones ciudadanas de la capital. La primera, es la seguridad, Bogotá es una ciudad que se antoja muy insegura porque los delitos que se cometen en la ciudad tienen un alto impacto en los residentes de todos los estratos. El segundo, es la movilidad, los bogotanos estamos cansados de pasarnos la vida en el trancón. El tercero, es el bienestar social, la ciudad sabe que tiene unos servicios de salud, educación y cultura más avanzados que los del resto del país pero como siempre pasa con el bienestar, cualquier cambio positivo no hace mella en la opinión y cualquier revés puede terminar por acabar políticamente a alguien.
Todo eso que les enuncié me parece muy importante para que esta ciudad cambie, sin embargo, se me antoja pensar que ese no es el problema más importante de la ciudad, para mí, la segregación es mucho más grave. Bogotá es una ciudad rota y diferenciada. Los cuatro principales sectores de la ciudad albergan poblaciones disímiles que prácticamente no se encuentran, ni en los espacios privados ni en los espacios públicos. Una enfermedad que puede terminar en la desidia de unos por los problemas de los otros y de resentimiento de los otros por las soluciones de los unos.
La segregación bogotana parece obvia y genérica, al sur viven los pobres, al norte los ricos y al occidente las clases emergentes. Es en parte verdad, para nadie es un secreto que los estratos 1 y 2 se concentran en el sur occidente y sur oriente de Bogotá y mucho menos que los estratos 5 y 6 están al norte. El mayoritario estrato 3 se expande por toda la ciudad y se camufla de acuerdo a sus vecinos, luce moderno y espacioso en Colina Campestre, luce lúgubre en el 7 de Agosto y luce aspiracional en Suba.
Que unas poblaciones ocupen geográficamente espacios diferentes de la ciudad no es grave, finalmente eso pasa en todas las ciudades por las condiciones del suelo y las necesidades de sus habitantes. El problema es que en Bogotá la reproducción de estos problemas del desarrollo urbano se trasladan a toda la experiencia de la ciudad. Es un problema que se vive en el transporte público, que se vive en las aceras, en los parques, en las universidades y en los colegios.
Durante la última campaña insistí en la necesidad de que los candidatos y la candidata conociera Bogotá y entrevisté (en Sancocho Republic) a casi todos los candidatos (sólo Gustavo Petro y Enrique Peñalosa no aceptaron la invitación). De todos me sorprendió la falta de reconocimiento del problema, no conocen Transmilenio por ejemplo, nunca se han parado en la estación de la 72 entre 5 y 6 de la tarde para ver los flujos humanos y descubrir que la gente que espera bus para la Caracas a Usme o Tunal o Las Américas es radicalmente diferente a la que espera para el Norte, la 80 o la Suba. En cada paradero las personas son tan distintas que ni siquiera miran a los de los otros paraderos.
A excepción de Gina Parody ninguno veía en la educación pública de calidad la importancia de unir las clases bogotanas, que la discriminación acabara en las aulas. Ninguno fue capaz de reconocer que la Universidad Distrital sólo tiene oferta y demanda en los estratos 1, 2 y 3 ¿Acaso el resto de la ciudad no necesita educación pública de calidad? Ninguno se comprometió a fortalecer los espacios culturales gratuitos para que aquellos que no pueden pagar entradas a eventos de calidad también puedan tener en los espacios del distrito a sus artistas favoritos o a ver teatro, danza y otras expresiones culturales de forma gratuita y plena.
Estoy convencido de que el día que la ciudad deje de ser tan segregada los problemas de Bogotá cambiarán. Cuando la clase media y las clases bajas crezcan juntos van a tener aspiraciones diferentes y los movimientos interurbanos, que provienen del crecimiento económico, social y cultural de Bogotá le darán un nuevo aspecto a la capital. Mientras eso pasa los ricos seguirán queriendo más vías y los pobres seguirán esperando mejor educación, mejor salud y mejor vivienda. Las soluciones políticas siempre serán a medias porque no habrá con qué complacer a todos los electores.
¿De qué serviría construir vivienda de todos los estratos en el centro, parques y equipamientos?
ResponderEliminarNo entiendo la pregunta.
Eliminar¿Cómo crees que ayudaría a combatir la segregación construir vivienda para todos los estratos en el centro ampliado, con parques y equipamientos? ¿Sí sería efectiva esa estrategia?
EliminarCompartir los equipamentos, en especial los de recreación y educación cambia las percepciones sobre la vida de los otros.
EliminarTeniendo en cuenta modelos de ciudad exitosos en paises cercanos a nuestra cultura. cual creerías que debe ser el modelo de ciudad mas lógico que se debe adoptar en Bogotá?
ResponderEliminarNo creo en los "modelos de ciudad". Menos aún cuando uno revisa la literatura producida en los últimos 10 años sobre urbanismo y descubre que Bogotá es un modelo de desarrollo. Creo que debemos mirar con cuidado la experiencia de Barcelona, Paris y Londres. En América Latina no creo que haya una sola ciudad exitosa en este tema de segregación
EliminarHola, Rodrigo. Me encantó este artículo. Explicaste muy bien una problemática tremenda, que permea todo. Pero eso es imposible, en todas las ciudades de Colombia es igual. Saludos.
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