No me parece justo cuando dicen que México o Perú se están colombianizando. Ni justo ni realista. No es justo porque el proceso en el cual nuestra sociedad se ha visto envuelta por el narcotráfico y cómo hemos asumido el reto de enfrentarlo no lo hace, tampoco, realista. Es cierto, México y Perú (tal vez Argentina y Brasil también) se han convertido en focos importantes de violencia en América Latina pero eso no significa que hayan asumido el mismo reto para enfrentar a los violentos que se asumió en Colombia.
Sería ridículo esperar, claro, que los otros países pasen por el mismo proceso. Aquí la sociedad, o una gran parte de ella, han rechazado los vínculos con el narcotráfico, desde la prohibición de la entrada de sus capos a los clubes sociales hasta la estigmatización del fenómeno de los nuevos ricos como ‘traquetos’, la palabra con que despectivamente nos referimos a los narcos. El apoyo social tal vez se ha visto también reforzado por una respuesta impresionante de las autoridades.
Primero, nosotros, como se dice coloquialmente, nos dimos la pela para reformar a la policía. En los últimos 30 años unos 72.000 policías corruptos han sido procesados o retirados de sus cargos. Además, casi todos los actuales policías han pasado por entrenamientos especiales en Derechos Humanos y otros tipos de capacitación, gran parte de la Policía Nacional está compuesta por profesionales. También, se han mejorado los procesos de denuncia de corrupción y de procesamiento, todos los años se reciben al menos 15 mil quejas que se resuelven con rápidos traslados para establecer la causa verdadera o con procesos disciplinarios que después impiden el ascenso de los oficiales y suboficiales.
El ejercicio policial se ha vuelto tan importante que la captura o muerte de varios líderes guerrilleros no ha corrido por cuenta del Ejército o las otras fuerzas militares, sino de la policía. El trabajo de la policía no estaría completo sin la justicia. Es, sin lugar a dudas el más importante punto; no es gratuito que Colombia haya tenido, en la época de mayor peligro, el uso de jueces sin rostro, que eran seleccionados por concurso y después no se sabía qué procesos llevaban. Después de que la mayor amenaza pasó, muchos jueces y fiscales han muerto pero los procesos en general han llegado a buen término.
Capturas por montones, sentencias en Colombia, extradiciones internacionales (principalmente a Estados Unidos) e inteligencia que permite hacer operativos conjuntos con autoridades de casi todo el mundo han ayudado a crear un escenario diferente frente al narco. Los procesos judiciales son tan exitosos que casi la tercera parte de los congresistas, una buena parte de los gobernadores y alcaldes han sido investigados por sus vínculos con el narcotráfico y una importante porción de estos políticos terminan en la cárcel. No es gratuito que Colombia tenga hoy casi 100 políticos en las cárceles que albergan a los que han recibido ayudas del narcotráfico.
El día que yo vea un congresista mexicano con nexos con el narcotráfico en la cárcel, a la sociedad argentina movilizada en contra del narcotráfico o la policía peruana completamente reformada aceptaré que se colombianizaron. Antes de eso simplemente dejaron que sus países sucumbieran al flagelo del narcotráfico y nosotros les advertimos, cuando nos volvieron los parias del continente, que en lugar de vernos con recelo aprendieran de nuestros errores y aciertos pero no quisieron.
PD: No será posible la integración profunda entre México, Chile, Perú y Colombia mientras el primero le siga poniendo visa de ingreso a los dos últimos.
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Este post viene de mi columna del Diario Despertar de Oaxaca. La pueden leer los lunes en Ágora
Excelente post.
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