No uso Pijama

Hacía días no escribía un post personal aquí, me he dedicado a hablar de política o a escribir cuentos. La verdad es que la última vez que escribí algo mío aquí hubo conflicto familiar. Con esto no importa si lo hay o no.

Duermo empeloto. Me acostumbré hace un par de años y nada ni nadie me ha podido convencer de que dormir con ropa es mejor. Un tiempo traté con boxers, en otra con un pantalón suelto y algunas veces con camiseta de malla. Nada nunca funcionó. A mí me gusta sentir las sábanas, me encanta tener mi cuerpo a plenitud sin nada que lo apriete ni lo inhiba.

No fue fácil hacerlo, en Bogotá hace mucho frío. En esa época vivía solo, prendía la chimenea, esperaba que el apartamento se calentara y entonces me empelotaba. A veces me sentaba a leer desnudo frente a la chimenea, otras veces me ponía a bailar o a escuchar música así, sin ropa.

Cuando volví a dormir con más gente, primero en Estados Unidos con extraños y después en Bogotá decidí mantener la sana costumbre. Desde entonces me han dado menos gripas, me he acostumbrado más al frío y me la impresión de que siento más cosas de noche. Nada como sentir como se enredan los pelos con las sábanas, como disfrutar el roce de una sobresábana recién puesta o de acurrucarse y sentir una brisa helada recorrer la espalda.

Obvio, dormir sin pijama tiene sus cosas, por ejemplo amanecer excitado es incómodo, tener que correr a contestar el teléfono en la mañana puede tardar un poco mientras uno busca una pantaloneta para no pasearse en bola por la casa y la sed nocturna implica siempre prender la luz para encontrar algo que lo mantenga caliente a uno mientras busca qué tomar. Lo peor es cuando uno se va de vacaciones, la maldita costumbre de no usar nada para dormir en la noche puede ser engañoso, por ejemplo, cuando uno tiene que compartir cuarto con los primos o cuando (como en casa de mi abuela) no se puede cerrar con seguro la puerta.

Bueno, sólo quería contarles eso y decirles que admiro profundamente a los que usan pijama, se tiene que tener mucho coraje para durante la noche no dejar volar el cuerpo como vuela la mente.