-Te vas a morir-
-Sí, aló, hola, ¿cómo estás? Los buenos modales...-
-Idiota cállate un segundo, encontré a Juan Camilo en facebook-
-Juan Camilo... ¿EL Juan Camilo?-
-Sí, le escribí, se me aceleró el corazón-
-¿Estás segura? Es que digo, después de 18 años-
-Yo sé bola, pero es él, te lo juro-.
Era él. Después de 18 años, después de un rompimiento feo, de matrimonios y respectivas separaciones, ahí estaba él. El único que la había hecho vibrar, el único que la había puesto a tararear en la ducha la canción de Arjona que mencionaba el punto exacto donde explotaba al hacer el amor. Y se quedó pensando que él era Él, con mayúscula. Y se le había escapado.
Hablaron por chat de facebook, se mandaron picos por Skype, se repartieron teléfonos y cuando se fueron a ver, después de tantos años, no pudieron. Él estaba en Cali y ella en Bogotá. Ella podía organizar un viaje, al fin y al cabo podía pedir un viernes de descanso por ser jurado y hacerlo coincidir con un lunes festivo, la idea de bailar salsa y de pronto regar salsas por el apartamento de él no le disgustaba.
Juan Camilo también podía ir a Bogotá, excusas tenía. Podía decir que iba a visitar a su hija, al fin y al cabo con la chiquita se vería de día y con la otra chiquita, porque ella era bajita, podía encontrarse de noche. Buena idea. Ambas eran buenas ideas. El problema era que alguno diera el primer paso.
Él se animó y compró tiquetes para ir a Bogotá. Sí, sus deberes parentales lo llamaban. Ella le dijo que su sofá era muy cómodo y que también tenía una colchoneta. Él fue más allá, le dijo que podían dormir el uno encima del otro. Ella se rió, no dijo ni sí ni no. Había mordido el anzuelo, desde ese momento él sabía que todo era cuestión de hormonas y un buen beso.
Ella con su cursilería tuvo que cantar a Arjona otra vez, porque no había palabras para describir lo que hicieron sobre ese tapete, sólo que se besaron hasta la sombra y los apellidos. Después de los besos, las caricias, los abrazos (múltiples, la ocasión lo ameritaba), vino la charla. A él todavía le escurrían gotas de sudor, ella todavía estaba agitada. Ambos sabían que hay ciertos temas que sólo se pueden hablar justo después del sexo.
-¿Por qué no estamos juntos?-
-Porque nunca me lo pediste-
-Pero, ¿por qué esperaste tanto tiempo para buscarme?-
-No te busqué apareciste-
-De la nada, mentirosa, siempre mentirosa-
-¿Por qué no me lo pediste?-
-Porque éramos muy chiquitos-
Totalmente de acuerdo, hay cosas que solo se pueden hablar después del sexo...
ResponderEliminarDefinitivamente uno no puede asumir....
ResponderEliminarAlguna vez alguien me dijo: "es mejor pedir perdón, que pedir permiso"
jueputa tema de los destiempos!! me rayaaaaaaaaaa
ResponderEliminarpero te quedó de lujo mi vida
¿cuándo es el tiempo indicado para hacer las cosas?
ResponderEliminarNo se si eso demuestre que para todo hay un tiempo y que nunca es tarde para hacer las cosas.. o, por el contrario, que debemos hacer que las cosas sucedan.
¡Me encantó la historia, Rodriguinho!
Esta es una de esas historia que te dejan sin palabras.....Solo quiero decir Rodrigo que habia abandonado este blog por que toca las fibra mas sensibles de mis destartalado corazon...
ResponderEliminarDire que no quiero que sea mi historia, que muero por amar intensamente y no desaprovechar ni un segundo de mi vida al lado de la persona que decidi querer, que ya me estoy quedando sin lagrimas y sin ojos y que esper ser lo suficiente grande para empezar una nueva aventura