Anoche me monté en un taxi y el conductor se puso a hablar del referendo. Lo interrumpí y le pregunté por quién le gustaría votar. Me dijo dos cosas, "quiero que una mujer llegue a la presidencia y si Noemí gana la consulta conservadora tendrá mi voto, por ahora votaré por Antanas Mockus".
Me acordé que este país es políticamente misógino. Colombia, como había escrito el año pasado, fue uno de los últimos países en América Latina que reconoció la ciudadanía de las mujeres y por ende les dio derecho al voto, eso sólo pasó en la segunda mitad del siglo XX. También hay que reconocer que la primera mujer candidata a la presidencia en el Hemisferio Occidental fue María Eugenia Rojas, hija del dictador Gustavo Rojas y madre del actual alcalde de Bogotá Samuel Moreno. Desde que ella fue candidata en 1974 mujeres como Regina 11, Ingrid Betancourt, Noemí Sanin y María Emma Mejía quisieron hacerse al solio de Bolívar.
Todas tuvieron la misma suerte. Peor han tenido aquellas que quieren postularse en entidades colegiadas. Los partidos no las tienen en cuenta y los electores fácilmente las olvidan. Pocas se han vuelto figuras en el Congreso o los Concejos Municipales, muchas menos han llegado allá. Hace 4 años dos fueron cabeza de lista, Gina Parody en la U y Alexandra Moreno en MIRA. Este año repite Moreno Piraquive y en los verdes está Gilma Jiménez. Sin embargo, ninguna de las dos es reconocida como una defensora de los derechos de la mujer.
En los partidos, sólo el MIRA y el Movimiento Social Indígena tienen paridad de candidatos. Los partidos Verde y Conservador no alcanzan ni el 15% y hay 4 que ni siquiera tienen una. El liberal es el único de los grandes que tiene mujeres reconocidas en sus listas falta ver cómo les va con la votación.
Está demostrado que los Congresos con más mujeres que hombres tiene prácticas menos corruptas y los votantes son más exigentes con los resultados. En Colombia todavía eso no es una realidad y puede ser nuestro voto el que cambie esa realidad.
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