domingo, 10 de enero de 2010

Rumba, taxi y susto

Anoche salía rumbear, una buena costumbre que volví a adquirir recientemente. El baile siempre me alegra la vida y por alguna razón durante un período de 2009 lo abandoné. El caso es que desde noviembre la combinación trago y baile han sido una constante en mis fines de semana y estaba con la clara intención de salir a divertirme. Siempre me pasa que cuando tengo ganas de hacer algo mis amigos salen con planes locos. Esta vez recibí una inesperada llamada de un compañero de universidad para ir juntos a celebrar el aniversario de dos amigos suyos.

Al principio estaba un poco reacio porque en ese mismo sitio celebré la última rumba en Bogotá del año y me da mucha pereza repetir sitio. Sin embargo, el paso de las horas confirmaron mi sospecha de que era eso o nada. Ante las bajas perspectivas armamos un combo y allá estábamos muy puntuales a las 10 tomando Red Bull y haciendo fila para entrar. Confieso que mi intención era emborracharme hasta perder la razón y fue así como desde antes de entrar me tomé un par de tragos y una vez adentro me dediqué a la bebida.

La música no estaba muy buena, pero afortunadamente resulté encontrándome con mucha gente. Algunos estaban allá porque la mitad de los rumbiaderos de la 93 y la 82 estaban cerrados y otros porque siempre es bueno comenzar el año con una rumba diferente. Me reí todo el tiempo de chistes pendejos de mis amigos y de ver a los demás bailar sin desparpajo Single Ladies y la Loba.

La noche transcurrió sin mayores contratiempos. Me encontré con un fan del programa, que no solo me reconoció por las fotos en facebook sino que resultó bailando en mi grupo un buen rato. Naturalmente después de varios vodkas yo estaba perdiendo la noción del tiempo y el espacio, pero ese era justo el plan.

A las 2:30 de la mañana, antes de que todos se abalanzaran en el vestier por sacos y chaquetas, cogimos nuestras pertenencias y salimos. Como yo vivo en la vereda más suburbana de Bogotá (es por supuesto una exageración, pero en serio vivo lejos) fui el primero en montarme en un taxi. Y es ahí donde en serio comienza esta historia.

El taxista me preguntó para donde, le dije el destino y la ruta y comenzamos conversación ridícula, típica de taxi después de rumba. Que poca gente en la calle, que sábado tan aburridor, esta semana entrante el tráfico va a estar imposible sin pico y placa. En fin. Le envié la placa del taxi a una amiga por el chat de blackberry y hablamos un rato por ahí. De pronto el señor del taxi me preguntó que por qué estaba solo. Le respondí algo así como año nuevo, vida nueva. Le dio risa y dejamos el tema ahí.

Me concentré en mi charla en el Blackberry y de pronto el señor del taxi me preguntó si me gustaba el sexo oral. Le dije que no conocía un hombre al que no. Me dijo con desparpajo, pues yo se la he mamado a muchos y a usted no me incomodaría en lo más mínimo. Le dije, gracias pero hoy no tengo actitud sexual mientras le escribía OMG a mi amiga por blackberry. Le dije a Sylvia, la niña del blackberry que si le dejaba de hablar por más de un minuto que llamara a la policía, que tenía la impresión que me iban a violar.

De repente, en plena Autopista Norte, debajo del puente de la 127, el taxista paró el carro y me dijo que podíamos hacer algo. Con un esfuerzo sobre humano mantuve la voz tranquila (creo) y le dije que mi único plan era dormir. En ese momento ya no tenía alcohol en mi cabeza, pero mis manos no eran capaces de escribir nada en el teclado del BlackBerry. Me sentí morir. El taxista me dijo que me daba su teléfono y después cuadrábamos algo. Pensé decirle que me dejara ahí, pero por alguna razón me dio más miedo bajarme que seguir en ese taxi.

Traté de no responder a sus preguntas y cuando lo hacía era un sí o un no. Lo máximo que le dije fue un depende. Llegamos a mi casa, me hizo un descuento de casi 50%, me entregó una tarjeta con su teléfono y yo entré a la portería con el corazón en la mano. Llamé a Sylvia a decirle que ya estaba sano y salvo en mi casa y me acosté a dormir con la certeza de que no quiero que este episodio se repita.

6 comentarios:

  1. Al menos no te toco pagar en especie por el descuento jajajaja

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  2. Creo que saliste reee bien librado! Que susto tan hp

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  3. Ay no q susto tan....pero gracias a Dios no te paso nada!

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  4. xD

    Por cierto, pilas con el RedBull + alcohol a menos que se quiera ganar una arritmia o una hipertensión bien bonita

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  5. Dios, que susto... gracias a Dios no te pasó nada. Y yo de tu amiga me hubiera ido a buscarte ahí mismo, en serio =S (sí, sigo leyendo posts viejos)

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  6. OMG a mi me sucedió algo parecido pero con el conductor de un bus, fui el primer pasajero de la ruta y el tipo me dijo que me sentara al lado que para hablar m*rda, de un momento a otro se empezó a tocar y quería yo lo ayudara, obvio no lo hice, mas que miedo sentía muchas ganas de reírme, la gente es muy descarada en esta vida.

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