Y así fue, te quedaste a mi lado y lanzaste tu mano sobre mi hombro. Y así fue, te di un beso en la frente. Y así fue, se me escurrieron las lágrimas. Y así fue, me quedé pensando en lo que compartimos. Y así fue, recordé el tiempo perdido y los abrazos que se fueron y los besos que sobraron y las lágrimas que nos tragamos. Y así fue, te di la mano y estabas fría. Y así fue, las arropé en mi chaqueta y me dio escalofrío. Y así fue como recordamos a tu mamá.
Los dos, solitos y en silencio. Los dos, cada uno a su manera. Los dos, tú pensaste en las pantuflas de lana y yo en los ataques de risa. Los dos, a ti te hizo falta un beso de buenos días y a mi un abrazo de hasta luego. Los dos, en ti se escapó un suspiro, en mi se atragantó un gemido. Los dos, así, recostados el uno en el otro tuvimos un momento de tristeza que, por más extraño que parezca, alegró nuestros corazones.
Extraño, los dos extrañamos a tu mamá. Extraño, los dos estamos tristes. Extraño, los dos recordamos buenos momentos. Extraño, los dos estamos haciendo memoria de cosas diferentes y paralelas. Extraño, los dos sentimos ese pálpito. Extraño, los dos estamos conscientes de que su ausencia es parte de nuestra presencia. Extraño, sin ella estás tú, con ella la escena sería diferente.
Empieza a correr el viento del Parque Nacional que baja por el Río Arzobispo y congela a Teusaquillo. A nosotros nos llega primero, estamos parados en la esquina de la 39 con 7 y vemos los carros pasar y una loquita que conversa animadamente con la iguana de Ecopetrol. Yo les quiero gritar a los del Parkway para que se cierren los abrigos. Tú me callas con un adios, nos vemos la semana entrante.
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Como todos mis cuentos, tienen un significado muy personal, este va para mi Cata hermosa que me regaló un almuerzo espectacular, para Gloria que se sentó con nosotros y nos dio un poco de esa enorme sonrisa que tanto quería, para los abrazos de Gloria que tanta falta me hacen en estos momentos de incertidumbre.
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