Esta fue la primera semana santa que pasé en Bogotá, por varios motivos: la finca del llano estaba llena de gente, mi abuela no iba a estar en su casa en Sogamoso, mis primos vinieron a Bogotá, no tenía plata para escaparme al Tairona con mis amigas de la Javeriana. En fin, parafraseando al libro-película, una serie de eventos desafortunados me dejaron metido aquí en la capital.
No sabía que esperar de la ciudad en semana santa. Bueno pues me tocó vivir algo como lo que una vez dijeron Tola y Maruja, en Bogotá solo quedamos los bobos y los gamines, el resto se fue. O eso parecía a simple vista. Las vías descongestionadas, los buses vacíos, Transmilenio desocupado, los andenes sin vendedores ambulantes, menos contaminación, menos ruido, las zonas verdes sin popó de perro, el messenger con poca gente conectada y la televisión con la peor programación de la vida.
Lo que no entiendo es el cuento de la crisis. En serio, primero no entiendo cómo los medios hablan y hablan de la crisis y todo el mundo tiene plata para viajar, así sea una o dos noches, y escapar de la rutina. No es que viajar sea necesariamente caro, pero un viaje de 4 días viajando en bus y gastando lo mínimo (tal como planeaba hacer yo en la casa de mi abuela) ronda los 100.000 pesos. Eso es la quinta parte de un salario mínimo, es mucha plata. Ni se diga si uno va en carro propio y además debe sumar gastos como hospedaje y alimentación.
La gente que tenía plata y tiempo salió, eso fue evidente para los que nos quedamos aquí y para los que desde ayer estaban haciendo de tripas corazón para encontrar puestos en los buses o gastan horas en las interminables filas de carros que salen de los principales destinos turísticos a las capitales más pobladas. Equivocado estaba yo al pensar que los pocos que nos quedamos era porque no teníamos plata para hacer algo mejor. Error, craso error.
Dije antes que mis primos vinieron de Sogamoso a la capital y con ellos decidimos hacer algo que allá no se pueda hacer, ir a cine. Bueno pues nos pusimos a la tarea de averiguar dónde estaban dando Slumdog Millionare, porque ellos querían verla y yo repetirla. Fuimos a Santafe, considerando que tiene muchas salas y no está tan lleno como Unicentro, además que el tiempo estaba jugando en nuestra contra y pues por la ubicación de mi casa, era más fácil llegar al primero. Llegamos allá y vaya sorpresa, no había dónde parquear, así es, ya todo el mundo se había ido de Bogotá, pero todavía miles de carros abarrotaban el parqueadero del centro comercial. Mala señal, efectivamente adentro todo estaba lleno, había fila en Crepes, en Burguer King, la plazoleta de comidas estaba imposible y no fue posible comprar con tranquilidad un buen rollito de canela en Cinnabon. No pudimo ver promociones en Fallabela ni entrar a Sony Style, todo estaba lleno. El cine ni hablar, duramos más de 20 minutos haciendo fila para comprar primera fila porque el resto de la sala, general y preferencial, estaba vendido.
Al salir de las salas, muchas familias con bolsas llenas de compras, otra vez filas en los restaurantes, más fila para que nos dieran el tiquete de salida del parqueadero, otra fila para salir del parqueadero. Impresionante. Si creía que la experiencia del centro comercial era porque a la gente le gusta salir a gastar la plata que no tiene, pues dos actividades más de semana santa me dejaron con la boca abierta. Primero, ir al centro fue una total pesadilla, gente y gente y más gente caminando, comprando pendejadas, miles de vendedores ambulantes, parecía un escenario de una capital árabe o india. Que viva el tercer mundo congestionado y caótico.
El centro, bueno era de esperarse, estaba el Señor Caído en la Catedral Primada. La gente que debería estar haciendo desorden, rezando y demás en Monserrate estaba abarrotando el centro de la capital. Lo otro que me sorprendió fue ir al club de mis tíos. A mí el plan de club me parece chévere, pero pues detesto que Arrayanes siempre está lleno y toca pedir turno hasta para ir a orinar. Pensé bueno pues rico Arrayanes sin gente. Pobre mi mente obtusa, los ricos también se quedaron en la ciudad y estaban gastando a manos llenas en su club. Impresionante, la piscina, el campo de golf, los bolos, los restaurantes, las canchas de tenis, todo, absolutamente todo estaba lleno.
Entonces me pregunto yo, dónde está la crisis. No hay, nos mienten los medios. Hay pero la gente no la quiere sentir. No hay porque eso es complique de los bancos o de los realmente pobres. Hay y la gente no se quiere preparar para afrontarla. No entiendo
Vamos que para trago y tonterias la plata siempre alcanza, a demas por que cree que aca vive la gente más feliz el mundo??? pues por que la mayoria pasamos de ciegos a idiotas y regresamos!!!
ResponderEliminarBueno, tal vez no tanto a idiotas, pero si la tendencia a ser cegatones, ceguera testicular, es la unica forma de explicar por que aca suceden tantas cosas podridas y la gente sigue con su "deje así" que a mi me enferma, es uno de los caminos mas comunes a la mediocridad.
Personalmente no se cual es el afan de viajar, odio viajar en fechas turisiticas y en Semana Jarta peor, si lo hago (o en este caso, hize) es por que tocaba, lastima por que me encanta Bogota sin los trancones y con sillas disponibles en casi todos los buses,sin costeños u otros seres despreciables que le llenen y contaminen, asi es posible ir a mis lugares favoritos rapidamente y sin mayores molestias :)
Por cierto, claro que los centros comerciales estarian llenos, la gente no solo sale de Bogota, tambien hay otros que vienen y de las principales atracciones turisticas son los centros comerciales e ir a cine y la verdad paso de preguntar que carajos se puede vitrinear en fallabela...
Ro! es simple... hay mucha gente como tú. Marce
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