Ayer resulté hablando del llano, con orgullo, es verdad lo que dice Santiago, el llano empieza en la Cervecería de Boyacá, ahí uno empieza a ver mamona por todo lado, escucha joropo, ve unas caras más tostadas por el Sol. Estaba pensando que el Cachi escribió los mejores versos sobre el llano y los voy a reproducir aquí, porque sí, yo también soy el llano.
Para comenzar, mi nombre. Mi nombre es uno o cualquiera, yo me llamo Justo o Pancho o Antonio o Tirso o Manuel o José o Juan de los Santos o Nelson o Rafael, mi nombre es un cascabel que suena como advertencia y si lo escuchan, prudencia, que yo respondo por él. Y siguiendo con la cosa, mi lugar de nacimiento, de toditos soy paisano: de las vegas, conuquero; de los hatos, sabanero; de los caseríos, pueblano. Soy del Meta y araucano, barinés, casanareño, del Guárito y apureño. Señores, yo soy del llano. Nací hace tiempo cuña'o, nací cuando un indio recio se le acomodó a un potranco por la enseñanza de un blanco que era jinete andaluz, que con la espada y la cruz recorrió esta tierra brava, soltó vacadas altivas, regó la lengua que hablaba e hizo parir las petrinas. Y me formé como el tiempo que tiene invierno y verano, bajo la Luna y el Sol, entre tímido y fachoso, entre confia'o y malicioso, entre serio y retozón, soy cenceño, o barrigón, catire o negro cerra'o, realengo o aguajiaba'o y siempre guachamarón. Recé con los misioneros y les pastorié el gana'o, maté tigres, crucé ríos, paré pueblos, fundé hatos, de la guitarra hice el cuatro y del romance el corri'o, formé un lenguaje flori'o, medio español medio achagua, tengo de fuego y de agua, todo lo que miro es mío. Soy rico sin tener nada pues tengo toda esta tierra y si es por ganar los reales yo enlazo, paro corrales, amanso potros o arreo, marisco, cachilapeo, jalo peinilla, tiro hacha, me empauto, mercachifleo juego en buena o mala racha, o esperando chinchorreo. Me caben acá en el pecho todas las cosas del llano, quiero mi potro, mi rejo, quiero el cimarrón esquivo, quiero mi suelta, mi estribo, quiero a mi mama y al viejo, quiero a los hijos que dejo como a mis cantos, regaos; quiero a esta negra del al la'o y a esa catira, de lejos. Gozo en la brava faena y hago fiesta de la muerte, es que yo me tiento y me hallo rastreando un tigre cachorro, frente a las puntas de un toro o en el lomo de un caballo corriendo de abril a mayo, registrando una bandola, bailando seis, echando pola, gembriando y jugando gallos. Como tengo el aire altivo de quien se crió libre y solo, he peleado muchas guerras y con mi lanza tigrera subí al cerro y a la gloria, puse a galopar la historia en el Pantano de Vargas y luego con Guadalupe emparejamos las cargas. ¿Perdí, gané? Nunca supe. Y ahora que miro mis cosas destiñéndose y perdidas me pesan, compa, los años, se está acabando el hechizo, y la magia que me hizo se borra entre tanto extraño. Me largo entre desengaños pero grito mientras puedo, ¡No habrá otro como el llanero ni otra tierra como el llano!
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