domingo, 8 de noviembre de 2009

Y todo porque esperé

Hacía frío, mucho. Como siempre. No entiendo por qué los hippies habían decidido ese lugar para encontrarse 40 años antes. Ahora no había gente protestando por la vida y la guerra, en cambio éramos cientos de parejas sentadas hablando, un par de perros callejeros, uno que otro jovencito en patineta y de vez en cuando pasaba una viejita nostálgica. Frío, mis manos decían frío, mis pies decían frío, mis mejillas decían frío. Pero mi mente se fijaba en tus tenis, en tus manos, en tus ojos, en ti.

Entonces no quería sentir frío, quería que me acaloraras, quería que me tomaras el corazón con ternura y lo arrullaras, quería que me tocaras el cuello y me hicieras tener un shock eléctrico en toda la espalda, quería que me tomaras la mano y salieras corriendo, quería que me cerraras los ojos y me transportaras a un lugar donde sólo estuviéramos los dos, quería que bailáramos abrazados.

Me miraste y descubriste lo que clamaba mi cuerpo, no lo que gritaba mi mente. Me invitaste a tomar un café. Café no, por favor, no quiero, no me gusta, es muy impersonal. Prefiero una agua de panela. Bueno, agua de panela será. Caminemos, dame tu mano. No, la mano tampoco, está helada. Más bien hazte al lado mío, muy cerca, que me calientes desde el hombro hasta la punta del dedo corazón. Bueno, lo que tú quieras. No pues, si así son las cosas entonces, quiero que me lleves a la luna. No, tampoco, o bueno, te llevaría, pero no tengo plata y el hombre solo va a volver en el 2017. Mmm no se vale, dijiste que todo lo que yo quisiera. No es verdad, dije que lo que quieras, pero no dije nunca todo. Bueno no importa, me conformo con caminar y con que me acompañes con una aguapanela.

Esquivamos unos muchachos que hacían piruetas, nos asustamos cuando dos perros se pelearon y subimos un murito para evitar un largo trayecto y nos paramos a decidir dónde íbamos a tomar agua de panela. Estaba cerca Lourdes y sus panaderías de antaño, pero no queríamos ir en ese sentido, podíamos entrar a Juan Valdez y encontrar alguna pendejada. No, no quiero eso. Y se nota que tú lo dijiste sólo para darle tiempo a tu cabeza para pensar. Y si alquilamos una hamaca y nos tomamos la aguapanela juntitos. Bueno, yo conozco dos opciones una en el centro y otra cerquita a la Javeriana. Voto por la segunda. Yo también.

Caminar contigo fue rico, hablas tan rico. Bueno, no pude decirte muchas cosas que quería decirte, el ruido de los carros, el absurdo de los buses, los celulares que nos interrumpieron varias veces no nos dejaron.

Llegamos, no había ni espacio para contener la dicha de estar bajo techo y con calorcito. No había hamacas, pero nos sentamos en uno cojines. Decidí que ya no quería aguapanela sino jugo y tú querías algo con alcohol. Terminamos pidiendo un canelazo, una malteada y unas empanadas. Hablamos, de mil cosas, de ti, de mí, de lo que podría ser nosotros, del futuro, del pasado (maldito pasado), del presente. Y que rico. Otra vez me moría por darte besos, por desgarrarte en un abrazo, por hacerte parte de mi. Me contuve, de pronto me tiraba todo, de pronto se acababa la conversación, de pronto no era lo que querías.

Hoy, cuando te escribo estas palabras, me alegro. Sí, suena ridículo pero me alegro. Quiero darte más besos y más abrazos, con más ganas y más fuerza. Y todo porque esperé.

3 comentarios:

  1. Sin palabras..
    en verdad sin Palabras

    ResponderEliminar
  2. Me encanto y me puso a pensar en el valor de esperar lo que sabes que amas, lo que sabes que te hace feliz y en aquelas pequeñas cosas que hacen tu vida maravillosa........en el fondo todos esperamos a alguien...algo.....

    ResponderEliminar
  3. Lastima que todo fue tan efimero

    Jose Luis

    ResponderEliminar