sábado, 3 de octubre de 2009

Sin título

Estaba como siempre encaramado en el murito que el patio de la cocina en mi apartamento y me dio ataque de risa. Bueno no es la primera vez que me pasa. Confieso que ahora se ha vuelto un escenario común los martes y viernes. A veces los sábados también. No es todas las semanas, unas veces también tomo un poquito y otras veces empiezo y dejo a mitad de camino. El ataque de risa comenzó ahí arriba cuando estaba revisando unas fotografías en mi computador. Por alguna razón pensé en la particular forma de caminar de un amigo y no me pude contener.

Cuando me caí no supe bien por qué me reía. Simplemente seguí riendo. Cuando entraron a ver qué era el estruendo encontraron mi computador con la pantalla fracturada y a mí tirado en el suelo ahogándome en una estruendosa carcajada. Luisa y Andrés no se sorprendieron, ya me habían visto en una situación similar muchas veces. Nunca me había caído pero sí habían visto reír de esa manera varias veces, como cuando le di su regalo de navidad el año pasado o la vez que les había abierto la puerta del baño mientras se duchaban. Los vi con cara de asombro, estaban en ropa interior, cosa difícil para Andruca quien tenía miedo de mostrar más allá de lo estrictamente necesario. Todo un mojigato.

Vinieron las preguntas de rigor, estás bien, qué te pasó, necesitas ayuda. No, nada de eso, tengo ganas de tirar. Menos mal había dado con alguien lo suficientemente abierto para venir a mi casa a darse besos y de pronto más. Mi nick era "I want your pussy". Un poco lanzado, lo sé. A veces decir las cosas de frente funciona. Así fue ayer. No había pasado la mitad de un minuto cuando ya tenía dos personas hablando. Horny number 10 quería ir a un lugar público. No gracias. Caliente de Cali quería cibersexo. Tampoco gracias, no tengo 16 años. Bogosex me preguntó que qué clase de pussy quería, le respondí que eso no me atormentaba la vida. Me dijo que si tenía sitio. Me encanta la gente así, sin pelos en la lengua. Le dije que sí y le di la dirección. Me dijo que ya llamaba el taxi.

No me gusta la gente con pelos en la lengua, pero ojalá tengan pelos en otros lugares, me gusta la naturalidad. Caí en la cuenta de que ni vi una foto, y eso de que cualquier tipo de pussy podría ser una gorda, una cuchibarbie o un bebé. Mierda qué hacer ahora. Esperar. Media hora después no había llegado. Mejor, así no me meto en problemas. Timbró el citófono. Llegó, sí fue cierto que iba a venir. El portero me dice que alguien preguntaba por mi pero que era necesario que yo bajara.

Le dije al portero al portero que no dijera nada. Me puse zapatos y bajé. De lejos me encontré con mi peor pesadilla. Un hombrecito de unos 55 años, gordo y empaquetado en una fina pero ajustada ropa. Me dio asco verlo. Por qué no dejé en claro que quería una vagina y no cualquier tipo de pussy. Por qué no se me ocurrió que la gente merece ser escogida por su belleza y no sólo por su intención de tener sexo. Llegué a la portería y en vez de saludar seguí derecho, fui a la tienda compré unos huevos y cuando volví ya no había nadie en la portería.

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