domingo, 8 de marzo de 2009

Sin nombres, son dos

No quiero pensar en ninguno de los dos, el problema es que ambos están en mi mente todo el tiempo. Parece que cada uno se metió en una de las mitades de mi cerebro y pelean constantemente para apoderarse de la otra mitad. Esa debe ser la razón de mi constante dolor de cabeza. A veces siento que dentro de mi cuerpo dos grandes ejércitos luchan por quedarse con el trofeo mayor, a veces me doy cuenta que ninguno de los dos quiere estar conmigo.

Eso no es un impedimento. Los quiero a los dos. No quiero en el sentido amoroso, porque ellos todavía no han logrado ganarse mi corazón y no han dejado que mis encantos los conquisten. Los deseo a los dos. Tengo ganas de que los dos me tengan, sean mios. No espero que estén separados, los quiero así, al mismo tiempo, con las mismas ganas. Por eso los ejércitos que luchan dentro de mi no han podido declararse ganadores. Los dos tienen lo que al otro le hace falta. Ambos son al mismo tiempo completos y partes de un todo que sólo podremos compartir los tres.

No espero que los dos me amen, no quiero que me amen. Deseo que me deseen. Todos los días me dan ganas de que ellos sientan en lo más profundo de su ser y hasta el último rincón de su piel las ganas de que nuestros cuerpos se vuelvan uno solo. Quisiera que este mundo no fuera machista, que ellos estuvieran dispuestos a compartirme, que los dos quisieran tenerme al mismo tiempo, que los dos me tuvieran y yo fuera la inspiración de sus más bajos deseos.

El uno, Alejandro, está comprometido. El otro, Camilo, parece que es asexual. El primero se hace el ciego, el segundo parece marica. A los dos se los traga el miedo de acercarse. ¿Por qué? Porque no me gustan los machos, los inescrupulosos, los maniáticos que no se interesan por los sentimientos de las mujeres. A mí me gustan un par de idiotas que no son capaces de decirme qué quieren, qué les gustaría hacer conmigo. No ellos son respetuosos, decentes, no hablan de sexo con mujeres, no tienen fantasías locas.

Alejandro sabe que me encanta, se lo he dicho más de una vez. Le ofrecí todo lo que soy y cayó en la tentación por un par de minutos. El problema es que tiene a otra y esa otra no lo deja pensar con libertad. Odio las cadenas, por eso quiero que haya barrotes en el trío que me gustaría tener. La otra, la otra me importa tanto como las palomas que cagan mi ventana. Es egoísta, yo sé, pero ella puede conseguirse a otro, yo necesito a este.

Camilo necesita dejar de ser cortés, necesita salir del clóset o meterme a uno y besarme cada uno de los pelos de mi cuerpo, abrirme las piernas y disfrutar cada milímetro de mi clítoris, saborear mi vagina y después enseñarme que el paraíso es parte de este mundo en el que vivimos, sólo necesitamos un buen amante para encontrarlo.

Ojalá los dos entiendan que es ahora o nunca, ojalá los dos aprendan que no me voy a quedar esperando que me salga una telaraña en mi entrepierna. Espero que ellos sepan que las mujeres cambiamos de parecer más fácil de lo que ellos creen.

1 comentario:

  1. Aquí no hay mucho que decir.
    Simplemente....Me encantó!

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